El precio de las cosas…

Una buena amiga del blog me ha hecho reflexionar sobre “lo caro”, “lo barato” y de paso me ha venido a la cabeza una frase de la creadora de “Diario de una Peineta

…”la moda, se pasa de moda, pero el estilo jamás.”

(Increible frase, por cierto)

¿Y que saco de esta reflexión? Pues que todas las inversiones que hice en su día en ropa regional “de moda” las he ido vendiendo con más o menos éxito, y me he quedado con lo “tradicional”.

Da igual cuanto y cuando me lo ponga… no estoy más de moda, ni menos de moda. ¡Y me gusta el concepto!

Porque que si un dibujo de un pañuelo se hubiera tenido que pasar de moda, imagino que hubiera sido en los 10 o 20 años después de su creación… si la gente lo ha seguido reproduciendo hasta ahora (ese, y no otro) seria porque tiene “algo”.

Algo para que su dueña original lo guardara, algo para que sus herederos lo guardaran, y algo para que quien se lo encontrara tras una cantidad de años interesante se tomara el interés de reproducirlo…

Y como el dinero no me sobra, y esto de la ropa tradicional me gusta, hace tiempo decidí que quería invertir en ese “algo” que nunca muere.

¿Que es para mi “barato”? Pues barato es gastarme “lo que toque” (Si puedo 🙂 ) en un pañuelo maravillosamente reproducido, en una pieza de orfebrería que no se distinga del original, en una tela que conserve ese “algo” que sobrevive al tiempo.

Apostando que, de aquí a 30 años… si mi cuerpo “jotero” aguanta, me las podre seguir poniendo igual que me las pongo ahora.

Y ese es mi concepto de “barato”, y mi concepto de “caro” es ver una pieza fabricada con un concepto “moderno” para “vestirse para la fiesta”. (¡Da igual lo bonita que sea o lo que me digas que te haya costado!)

Sé que esa pieza quedara arrinconada y anticuada mas tarde o mas temprano. ¡Y me da pena!

Por lo demás, si ya os habéis gastado el dinero, y en lo que os lo habéis gastado os gusta.  ¿Que mas da lo que otros opinen? ¡Y menos yo!

¡My blog friends! Disfrutar de las cosas que os gustan, cuando os gusten… porque el gusto cambia y amargarse de antemano es tontería.